14 de abril de 2010

Ella es K, ¿qué esperabas?

¿Cómo intentar salir de un pozo sin entrada? Pues es exactamente igual.
La mayoría de la gente no lo entiende, simplemente, porque nunca ha pasado por ello. Es algo eterno...recaida tras recaida te vas hundiendo más en tu propia mierda, revolcándote en ella, contaminando hasta el último poro de tu piel.
La gente solía decir que envidiaban la vida de K. Que K era feliz. Pero...¿ellos que sabían? Nada. Absolutamente nada. Porque K, desde bien pequeña, había aprendido a interiorizar sus sentimientos y a dibujarse una sonrisa en la cara, cual payasa de circo, antes de salir de casa.
Sonreír, para ella, era tarea fácil.
Había tenido muchos años para perfeccionar aquella habilidad. Había tenido mucho tiempo para aprender a esconder la agonía y la tristeza de su mirada, para hacer muecas graciosas y para soltar una carcajada en el momento oportuno.
Pero no sabía lo que era sentirse bien con ella misma, no sabía lo que era sonreír sin darse cuenta y nunca había notado ese brillo especial en su mirada.
Nunca, nadie, ha logrado saber la verdad sobre K.
Nunca, nadie, ha conseguido conocerla a fondo.
Nunca, nadie, ha llegado a traspasar su corazón.

No hay comentarios: