22 de mayo de 2010

Nº3.- Vida perdida.

Esta vez la sesión sería diferente. Entraba otra chica, como de costumbre, pero la Dr. se sentía un poco cohibida. Una delincuente juvenil de quince años, nada más entrar por la puerta desprendía aire de seguridad por un tubo. Nary nunca había sido capaz de empatizar con los delincuentes, ese era el problema.
  • Bien, adelante, cuén...
  • No pienso contarte nada, estoy aquí por obligación, así que haz algo productivo y deja pasar la hora. Así seremos los dos felices.
  • Lo siento, pero mi trabajo es ayudarte y, así, no creo que avanzemos mucho.
  • No pienso dejar que alguien que no me conoce me ayude, estoy muy bien, ¿pero qué os creéis? el mundo está jodidamente loco, macho.
  • ¿De verdad estás bien? Yo creo todo lo contrario. Tienes denuncias por robos y agresiones, has dejado de ir clase, las drogas y el alcohol forman parte de tu día a día. Vuelvo a hacerte la misma pregunta, ¿en serio estás bien?
  • Claro que lo estoy y si, por algún caso, no lo estuviera, tú no serías la persona más indicada para ayudarme. No sabes nada de mí.
  • Por eso estás aquí, para contarme tus problemas, querida, yo no soy adivina.
  • ¿Quieres saber por qué lo hago? ¿De verdad quieres eso? Bien, lo hago porque es lo único que me aporta algo, lo hago porque me sienta bien. Sí, me sienta bien robar, me sienta bien pegar a la gente, me sienta de puta madre drogarme. Di que soy una salvaje o una loca porque, efectivamente, lo soy y si me muero mañana me dará absolutamente igual, no tengo nada por lo que seguir aquí.
  • Dios...Ahora te entiendo. Bien, a lo que íbamos. No tienes nada que te motive a ir por el buen camino, ¿verdad? ¿Ni siquiera tu familia?
  • Joder...¿Ésto qué es? ¿un interrogatorio?
  • ¿Has pensado en ti? ¿En el mañana? Lo que estás haciendo no te va a servir de nada...
  • ¿Y de qué me servirá estar estudiando media vida? Luego me tiraré todo el puto día trabajando de algo para lo que no he estudiado y, finalmente, acabaré en una caja de pino, como todos.
  • Necesitas un aliciente. Piensa como estarás dentro de cinco o diez años, piénsalo.
  • No estaré, dentro de cinco años acabaré en el cárcel o muerta, lo tengo asumido.
  • ¿Te parece bien?
  • Sí, prefiero vivir al máximo estos años, antes que amargarme como la gente que se tira toda la vida para crear un futuro que no saben si llegará. ¿Tú qué? ¿Eres feliz? porque no lo parece.
  • Lo soy, me gusta mi trabajo y tengo una familia que me espera en casa al salir de aquí, orgullosos de lo que soy hoy en día.
  • Olvídalo, ya te lo he dicho, lo tengo asumido. No pienso cambiar lo que soy, nadie se sentirá orgulloso de mí haga lo que haga.
Se levantó, cogió la puerta y se fue.
No todas las historias acaban bien, querida Nary.

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