15 de abril de 2010

Bienvenidos a Ashleylandia.

Siempre se levantaba una hora y media antes de empezar las clases, necesitaba cumplir su ritual matutino a rajatabla. Primero, un baño espumoso y luego, elegir la ropa diaria meticulosamente mientras la estilista de su madre le peinaba.
Cuando ya estaba lista se maquillaba ella sola. Un maquillaje natural, nada estrafalario ni fuera de los esquemas. Rimmel transparente para alargar las pestañas y brillo de labios para darle textura a su boca.
Se miraba en el espejo las veces que hiciera falta para ver que todo estaba en su sitio y entonces bajaba a la cocina a desayunar.
Con un té depurativo y unas galletas digestivas era con lo que aguantaba hasta la hora de comer, lo que necesitaba para mantenerse en su linea y para no "deformar" su precioso cuerpecito.
Era de estatura baja, 1'65 cm justos, rubia, piel blanquecina, ojos azules y, por supuesto, una cara de niña inocente a la que nadie se podía resistir.
Cogía su bolso, con los libros ya preparados, y se volvía a mirar en el espejo de la entrada, haciéndose muecas graciosas a ella misma y riéndose sola.
Entonces, cuando ya había cumplido todo eso, avisaba a su padre para decirle que ya estaba lista y el chofer la llevaba de camino al instituto de élite al que asistía, no sin antes pasar a recoger a Chloe y Sasha a sus casas, siempre iban juntas en la limusina.

Su vida y todo lo que formaba parte de ella, estaba regida por la más pura y completa perfección.

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