15 de abril de 2010

Bienvenidos a Makialandia.

Makia y parte de sus amigos, los que aún seguían "estudiando", estaban en clase de historia pero, como de costumbre, nadie le hacía caso a la profesora. Por el barrio corrían los rumores de que el instituto iba a ser cerrado, por falta de presupuesto e higiene, la mayoría de los alumnos estaban deseándolo, pero Makia, en el fondo, sentía que si lo cerraban la oportunidad de su vida se iría la mierda.
-Eh, ¿al final qué? ¿vamos a ir a algún sitio esta noche?.- Dijo Makia, alzando una ceja.
-Hombre, yo tengo que vender la mercancia de esta semana, porque este sábado no estaré aquí y no me puedo permitir el lujo de no vender nada.- Respondió Karl, un poco enfadado.
-Bueno, a ver, ¿cuánto llevas?
-Pues...-Karl sacó de la mochila una bolsita con polvo blanco, otra con algo parecido a cesped y la última con pastillas de todos los colores- Veinte gramos de nieve, 575 de hierba y como unas venticinco pastillas. -Dijo de carrerilla, orgulloso de si mismo.
-Está bien, dame un poco de cada cosa, en un momento te lo vendo y esta noche vienes a por el dinero.- Respondió Makia sin ponerle importancia.
-Eres genial. No como estos, que hacen oidos sordos cada jueves para no ayudarme.- Dijo Karl con un rintintín en la voz.
-Báh, suda de ellos, son todos unos cagados.
-Veeeenga...Habló la que sólo sabe hacer trapicheos con todo tipo de cosas. Al menos yo trapicheo sólo con móviles, no con cualquier cosa que pillo.- Respondió Max con el ego demasiado alto.
Makia le miro con cara de superioridad y le enseñó el dedo corazón.
-Traficante.- Dijo Max.
-Qué te follen.- Respondió Makia y acto seguido se levantó de su sitio y salió por la puerta, sin tener en cuenta de que la profesora se le había quedado mirando.
-Estáis todos locos...- Matizó Gis, que no había abierto la boca en toda la conversación.
-La loca es tu amiga, que de aquí se va a Colombia de cabeza, puta narco...-Dijo Max.
-Cállate, gilipollas. Te recuerdo que fue ella la que te escondió cuando estuviste en busca y captura, ¿eh?
Max se calló. Gis se tocó el pelo orgullosa de lo que acaba de decir y los demás se quedaron callados, no veían que fuese momento para hacer bromas.

Bienvenidos a Makialandia, donde los niños pobres -y no tan pobres- venían a morir.

No hay comentarios: