14 de abril de 2010

Pequeñas frases, gran placer.

Era tan sólo pura atracción física, o puede que algo más, pero eso aún no lo sabían -o no querían saberlo-. Estaban en casa de un amigo que tenían en común, viendo una película, cada uno sentando en una punta del sofá. Se acaban de ver por primera vez, pero es como si se conocieran desde hace tiempo.
Él la mira. K se da cuenta, aparta la mirada. K le mira. Él se da cuenta, aparta la mirada.
La película llega a su fin y con ella el concurso de miradas. K se levanta y va hacía el jardín, para tomar un poco el aire, y ordenar sus pensamientos.
Él la sigue. Se para justo delante de ella. K levanta la mirada del suelo y la clava sobre él. Se miran fijamente durante un instante. No hablan. Él se acerca. No deja de mirarle a los ojos. Se para a unos centímetros del rostro de K. Sus labios se rozan. Sus cuerpos se juntan.
La lengua de K explora la boca de él. La lengua de él juega con la de K. Mil pensamientos por hora en cada una de sus mentes. Todo se hace más intenso. Él la presiona con más fuerza. Ella clava las uñas en la espalda de él. La empotra contra la pared. Fuego. Sólo hay fuego. Y ahora...

Are you sick of everyone around? with the big fake smiles and stupid lies...
Suena el despertador. Las 07:15. Hora de despertar.

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