23 de mayo de 2010

A partir de ese día, nada será igual.

Lo vió. Por primera vez en mucho tiempo lo vió. Se quedó clavada en el suelo, sus sentidos se dispararon y las piernas empezaron a fallarle.
Y allí estaba él, a escasos metros de ella, de espaldas y haciendo bromas con sus amigos.
Intentó tragar saliva pero tampoco pudo, mantuvo una lucha constantes para recuperar el control de su cuerpo y parecía misión imposible.
Emma cerró los ojos. Respiró hondo. Se concentró en que su cerebro le enviara las órdenes a sus piernas. Dio un paso. Y otro. Y otro. Abrió los ojos y, como acto reflejo, se le dibujó una sonrisa maliciosa en el rostro.
Se relamió los labios, alzó una ceja en señal de triunfo y avanzó con paso decidido hacia donde estaba él.
Se quedó detrás de Tommy, le dió unos toquecitos en el hombre y el muchacho se giró. Sus miradas se encontraron: la de él; desprendía curiosidad, la de ella; victoria.
- ¿Nos conocemos?-. Dijo Tommy inspeccionando a Emma.
- ¿Lo dudas?-. Respondió ella con voz fría, sin borrar la sonrisa de su cara.

No es oro todo lo que reluce, Emma lo sabía bien.

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